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 soshoku danshi

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Sakura Lee
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Sakura Lee


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soshoku danshi Empty
MensajeTema: soshoku danshi   soshoku danshi EmptyVie Abr 08, 2011 7:29 pm

Buenooo~ hoy fui a sacarme sangre xP, i pues bueno ley en una revista este tema, lo apunte y lo investigue, haber que les parece :D
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La rebelión de los herbívoros
En Japón, las mujeres y las autoridades andan muy preocupadas. Dos de los mayores retos que enfrenta la sociedad japonesa actualmente —la declinación de la tasa de natalidad y el anémico nivel de consumo personal— están bajo ataque.

El motivo de su preocupación está siendo analizado, comentado y debatido en periódicos, revistas y programas de televisión de todo el país desde el año pasado. Algunos tratan de encontrar una explicación, otros de establecer un pronóstico, y ya existen muchas mujeres que comienzan a preparar el contraataque.

La amenaza que suscita tanto temor es el número cada vez más elevado de los llamados soshoku danshi (literalmente, chicos come-pasto) llamados así por su falta de interés en el sexo y la preferencia por unas vidas calmadas y menos competitivas.

Según escribe Alexandra Harney en Slate, la firma consultora Media Sahkers (subsidiaria de Dentsu, la compañía de publicidad más grande de Japón) estima que el 60% de los hombres en sus tempranos veintes y al menos 42% de los hombres de 23 a 34 años se consideran a sí mismos como chicos come-pasto. Y que Partner Agent, compañía de citas japonesa, encontró en una encuesta que el 61% de los hombres solteros en sus treintas se identificaban como herbívoros. Lifenet, compañía aseguradora, encuestó a 1,000 hombres solteros y encontró que el 75% se describían a sí mismos como come-pasto.

No son homosexuales ni afeminados ni metrosexuales. Son una nueva y extraña generación de hombres japoneses que parecen haber dejado atrás el concepto de virilidad predominante en el Japón de la post-guerra.

En aquellos tiempos, después de una dolorosa derrota, los japoneses se tenían que probar a sí mismos que aún eran dueños de su propio destino. Aprovechando su marcado instinto gregario se unieron para trabajar en grandes conglomerados industriales, lo cual los elevó a los estratos más altos de las naciones desarrolladas.

De ser meros imitadores, exportando principalmente productos de mala calidad (en los años 60’s y 70’s del siglo pasado la leyenda “Made in Japan” era sinónimo de baratija) su ingenio e innovación, en especial en la electrónica, los llevó en un par de décadas a ser la segunda potencia económica mundial, después de los Estados Unidos.

Durante los años ochenta y buena parte de los noventas, el mundo parecía moverse al ritmo de aquél one hit wonder del grupo británico The Vapors: “Turning Japanese”.

Artículos electrónicos de vanguardia, de marcas como Sony, Hitachi, Panasonic y Nintendo inundaron el mercado mundial. Su alta calidad e innovación traspasaron la frontera de la electrónica e incursionaron en las áreas gerenciales y de mercadotecnia.

Los hombres de negocios japoneses eran vistos como guerreros samuráis en traje de tres piezas. Organizados, perfeccionistas, implacables.

Este “milagro japonés” se basó principalmente en un alto espíritu de grupo y un fanatismo por el detalle. El sistema imperante era la “meritocracia”, ya que el trabajo duro y esforzado obtenía su recompensa.

Después de pasar sus primeros cinco años de vida como virtuales dictadores, los niños y niñas japoneses eran despojados de sus privilegios, por lo cual se tenían que integrar a un grupo a fin de sobrevivir. El concepto de individualidad se supeditaba al de la colectividad.

Y para ayudar a tu grupo tenías que sobresalir; y para sobresalir tenías que competir. El premio para todos aquellos que se esforzaban era enorme: una vez graduados entraban a trabajar en una empresa para toda la vida.

Porque la empresa era como una enorme familia adoptiva. Tú solo tenías que esforzarte al máximo para contribuir al desarrollo de ésta y tu futuro estaba asegurado.

Los hombres japoneses de entonces se comportaban según lo estándares occidentales. Con un salario generoso (y seguro) gastaban en grande. El consumo era un símbolo de estatus y la masculinidad se regía por aquella máxima gringa: “el que muera con más juguetes gana”.

Fue tal el éxito del sistema, que durante los años noventas del siglo pasado los japoneses se lanzaron a comprar al mundo: compraron edificios, estudios de televisión, obras de arte y todo aquello que se pudiera comprar con sus excedentes de efectivo.

Pero el enemigo estaba en casa: producto de la escasez, la tierra se había convertido en el bien más valioso en Japón. La especulación y la corrupción inflaron una enorme burbuja de bienes raíces que, como siempre sucede, terminó por estallar.

Japón inició el nuevo milenio sumido en una profunda crisis económica de la cual no se ha recuperado. La deflación es un fenómeno recurrente. Todos hablan de la “década perdida”.

Por supuesto, esto impactó en el modo de vida de los japoneses. La nueva generación trata de encontrar un sentido en el nuevo entorno de ruptura social causada por los cambios de la economía japonesa. Las disparidades de ingresos están corroyendo la meritocracia japonesa y el índice de pobreza está aumentando.

Cerca de un tercio de la fuerza de trabajo japonesa trabaja actualmente de forma casual o en empleos de tiempo parcial. Millones de jóvenes solteros permanecen en casa de sus padres como “ninis” (ni estudian ni trabajan) y su confianza en el futuro es nula.

Ante la incertidumbre económica, muchos japoneses veinteañeros y treintañeros han optado por distanciarse del modelo masculino que predominó en las décadas anteriores.

Ahora prefieren dar largos paseos a comprar un auto. Cultivan pequeños jardines en sus departamentos (más bien, en los departamentos de sus padres), toman fotografías de viejos templos budistas y se permiten pequeños lujos, encaminados a su cuidado personal.

El sentido de individualidad empieza a imponerse. Las nuevas tecnologías permiten que el joven japonés pueda desprenderse sin mucha dificultad del grupo y vivir según sus propias reglas.

Los juegos de video e Internet hacen posible que los jóvenes japoneses se sientan parte de un grupo sin pertenecer a ninguno. El grupo real se torna virtual. La tecnología es tan eficaz en su cometido, que la presión por conseguir pareja es casi inexistente: la pornografía, los juguetes sexuales y el sexo virtual están a su disposición en sus computadoras de escritorio.

Por eso los chicos come-pasto son casi alérgicos al compromiso. Tienen amigas, sí, pero su relación es más bien platónica. No quieren hacer el primer movimiento, gustan de dividir la cuenta en los restaurantes y no parecen darle mucha importancia al sexo.

Por supuesto, esto trae verdes a las mujeres japonesas. Aún y cuando han logrado un gran avance en la igualdad de sexos en Japón (sobre todo en el mercado laboral) simplemente no se esperaban esta rebelión de los herbívoros.

Japón está envejeciendo. La baja tasa de natalidad, combinada con una pobre inmigración, ha resultado en una disminución de la población total desde 2005.

A las mujeres les urge el sexo y ver que sus hombres son capaces de comprometerse. Por ello están pensado cómo organizarse y convertir a esos chicos come-pasto en los carnívoros que fueron alguna vez.

Al igual que los entusiastas de LovePlus+, los chicos come-pasto amenazan el presente de Japón… y quizá el futuro del mundo.

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Fuente: Cronicas Profanas
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Tatzumi Okashi
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MensajeTema: Re: soshoku danshi   soshoku danshi EmptyJue Dic 15, 2011 5:14 am

omg! soy una comepasto xD!
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